El fundamento científico del alto poder terapéutico del abrazo, queda marcadamente de manifiesto en el gesto de la madre cuando toma a su hijo y, al igual que en el alumbramiento o cuando le amamanta, su cerebro se encuentra segregando la maravillosa hormona de la oxitocina, conocida por ser la hormona del «apego». Gracias a ella, el bebe se siente unido a su madre y resguardado de todo peligro. Pero todavía hay más, en el acto del abrazo no solamente actúa la oxitocina, sino que también, el abrazo activa en el cerebro la liberación de serotonina y dopamina, por lo que resulta fácilmente entendible la razón por la que experimentamos una maravillosa sensación de bienestar, sedación, armonía y plenitud en el momento del abrazo.
Los Abrazos, dicho así a secas pero con mayúscula, son fácilmente reconocibles ya que sus beneficios son inmediatos:
- Nos rescatan de la soledad y
- Nos rescatan de la soledad y el aislamiento. No estamos solos, no somos el centro del Universo. Somos el Universo.
- Guían el auto conocimiento potenciando la autoestima.
- Facilitan los desbloqueos físicos y emocionales.
- Nos permiten vivenciar la integración de cuerpo, mente y emociones.
- Nos ejercitan en la empatía.
- Nos sitúan plenamente en el Aquí y el Ahora.
- Favorecen la comunicación afectiva con nosotros y con el otro.
- Estimulan la gratitud.
- Despiertan la creatividad.
- Impulsan a una actitud pro-activa en la vida.
- Conectan con la intuición.
- Favorecen el entrenamiento de respuestas asertivas.
- Devuelven la ilusión, la alegría y el buen humor, puesto que la risa es su fiel compañera.
- Le brinda reconocimiento y protección a nuestro «niño interior».
- Potencia la resiliencia.