El invierno es una de las cuatro estaciones de las zonas templadas. La palabra invierno viene del latín hibernum. Esta estación se caracteriza por días más cortos, noches más largas y temperaturas más bajas.
Astronómicamente, comienza con el solsticio de invierno alrededor del 21 de diciembre y termina con el equinoccio de primavera, alrededor del 21 de marzo en el hemisferio norte.
Con la bajada y el cambio brusco de temperaturas, el cuerpo puede experimentar una bajada de defensas y con esto, nuestro aparato respiratorio esta expuesto a una enorme cantidad de agresiones ambientales que pueden propiciarla aparición de determinadas afecciones respiratorias que implican congestión nasal, irritación de garganta, mucosidad, tos…
Podemos prevenirlos evitando el contacto con personas enfermas, tomando gran cantidad de líquidos (agua y zumos naturales), manteniendo una alimentación rica en vitaminas (sobre todo vitamina C) y minerales, ventilando bien los espacios cerrados, utilizando ropa adecuada al ambiente y temperatura en que nos encontremos y tomando remedios naturales para combatirlos.
› Eucalipto (eucaliptus globulus L.): posee un magnífico poder balsámico y expectorante que estimula la mucosa de las vías respiratorias, facilitando la expulsión de moco y calmando la tos.
› Tomillo (thymus vulgaris L.): planta aromática que ejerce un efecto relajante sobre la musculatura de las vías respiratorias.
› Drosera (drosera rotundifolia L.): gracias a su acción broncodilatadora, facilita la entrada de aire a los pulmones. Además, ayuda a descongestionar la laringe y a calmar la tos.
› Llantén (plantago lanceolata L.): debido a su excelente acción emoliente y suavizante ejerce un efecto calmante sobre la mucosa respiratoria, aliviando la inflamación de garganta.
› Equinacea (Echinacea angustifolia D.C.): Es estimulante inmunitario, fungicida y bactericida. Sube las defensas.